Domingo 25 de agosto de 2013 y Curicó Unido derrotaba
parcialmente a Barnechea por uno a cero con gol de Nicolás Millán. Recién se
había iniciado la segunda mitad y tras la banca del Curi ocasionalmente me
encontré con un funcionario del club, que con asombro me comentó la salida de
Carlos Rojas de la banca de Ñublense. Mientras me relataba tan indiferente
noticia, señaló que el club rojo pretendía a Pablo Abraham. Giré mi cabeza y lo
tenía a pocos metros, desaforado impartiendo instrucciones, como siempre fuera
de la zona delimitada y con un pie dentro del campo. “Abraham no se va” fue mi
primer ignorante comentario, y es que nunca lo imaginé, no se me pasó por la
mente, porque desde su llegada fui de los que me lo "banqué" a
muerte, creyendo siempre en su trabajo y con las esperanzas de que esa lejana
parentela con Marcelo Bielsa podía darle un giro a la institución que amo y
respeto.
Nunca pensé que era como Bielsa, pero si lo comparé y ahí mi
error. Desde la llegada del rosarino pensé que todo iba a cambiar y así lo fue,
porque ese espíritu revolucionario implantado al fútbol le logró doblar la mano
al modelo capitalista que ha imperado en las S.A. que rebalsan nuestro
balonpié. Pablo Abraham hizo jugar a los canteranos y supo leer la fórmula para
burlar al fantasma del descenso y lo hizo bien, lo hizo con convicción y con el
"revolucionismo" que les señalé recién, lo hizo a lo Bielsa.
¡Convicción!. ¿A caso es tan difícil llevar este concepto a
la vida? Hablo de la misma convicción que mostró Bielsa cuando hidalgamente dio
un paso al costado de nuestra selección previendo lo que se nos venía, con
clubes y personajes que manejan este deporte como si fuera una compañía
transnacional. Hablo de la convicción que demostró al irse a dirigir el
Athletic Club, ”coincidentemente” (ojo con las comillas) con uno de los pocos
clubes que sigue manteniéndose como corporación en la liga española, al igual
que Curicó Unido donde el capital y bienes pertenecen a sus socios.
“Coincidentemente” también con un club que juega sólo con jugadores nacidos o
formados en el País Vasco, un club lleno de convicciones, mismas convicciones
que esperaba de Abraham, un tipo loco por el fútbol y que alguna vez ante mis
amigos y carbón prendido lo describí como un tipo que “comía, vivía, pensaba,
dormía y cagaba fútbol”. Tal vez en eso no me equivoque como si lo hice al
pensar que sería el tipo que esperaba y que imaginaba, nuevamente mal comparado
con el Loco.
Su salida repentina al igual que la de sus escuderos Molins
y Elena me sorprendió pero supe asimilarla como lo que era, el “Bielsita”
perdió su norte y se olvidó de lo vivido con Arturo Fernández Vial y de las
facilidades que le dio la institución Albirroja para que terminara un proyecto.
No critico y respeto a los que dicen que la plata y el mercado manda, pero la
formula empleada no fue la correcta ni digna para el escudo que el y todos
defendimos durante este tiempo. Irse por la ventana no es la mejor manera, no
presentarse al entrenamiento al menos a despedirse, impresentable.
Lo dejamos partir, aunque seguiré alabando su apuesta por
los jugadores jóvenes y su dedicación al fútbol, recordaré con cariño la zafada
del descenso aunque más recordaré a la dirigencia y a quienes aportaron por
llenar el “maletín”, pero más allá no ganó nada.
Sin "latear" más, nuevamente me disculpo ante
quienes hice creer que era un técnico distinto, un técnico parecido al ex de la
roja, un técnico de esos que el romanticismo pelotero se sobreponía a los
intereses fácticos dominantes de Quilín. Lo siento, simplemente me equivoqué.
Buena seba, me representan las palabras...
ResponderEliminarbuen post y pienso muy similar. saludos
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