jueves, 27 de febrero de 2014

26 de febrero de 1973 / 41 años Curicó Unido


Quizás que pasaba por las mentes de esos viejos lindos un 26 de febrero de 1973, quizás en que cantina y entre que copas tomaron la decisión de darle vida a un club de fútbol, un club que finalmente le diera identidad a la ciudad más de lo que Badminton pudo haber hecho unos años antes. Seguramente esos viejos pensaban con el corazón más que con el cerebro, aunque ciertamente eran otros tiempos a la hora de hablar de fútbol, en realidad era otro fútbol. Tiempos en que el balón no se manchaba, tal como nos recordaría el año 2001 un gordito bueno para la pelota.

Edmundo Rojas Cornejo sería el primer valiente en agarrar el timón de Curicó Unido y asumiría como el primer presidente de hasta ese entonces sueño con futuro incierto, un club que sin pensarlo estaría a minutos de desaparecer, pero que también tuvo la suerte de tocar el cielo y hacer feliz más de una vez a esos seguidores incondicionales.

Son tantos años y tantos nombres que esta historia podría soportar tantas páginas como -Word- aguante, son tantos hinchas, historias y momentos que ni el INE podría ayudarme, pero sólo algunos nombres podrán entrar, disculpándome de antemano con quienes merecen todos los "tecleos" posibles y que mi frágil memoria puede olvidar, pero aclaro, daría lo que fuera por incluirlos a todos.

Déjenme empezar por Carlos Vega y Ricardo Oteíza, los primeros corajudos en sentarse en el banco, los primeros en darle vida en la cancha a esta institución en momentos que aún marchabamos en pañales. Ambos serían los antecesores de Sergio Gutiérrez, afortunado DT Curicano que tuvo la suerte de dirigir en más ocasiones al Curi, adiestrando 149 encuentros en cinco temporadas. Pasarían también por ahí Guillermo Páez, Eugenio Horta, Pedro Araya, Luis Orrego, Luis Hernán Álvarez, Roque Mercury, entre otros. (Les dije que faltarían muchos).

No busco hacer una cronología de 41 años, solo espero recordar y homenajear a quienes han ayudado a pavimentar el ripioso camino de nuestra institución, de seguro muchos no me perdonarían que pasara por alto el nombre de Luis Martínez, un goleador de aquellos según cuentan muchos hinchas a los cuales envidio por no poder verlo visto anotar uno de sus 69 goles que gritó con la Albirroja. Tampoco puedo pasar por alto a Juan Martínez, hermano de Luis y arquero de aquellos, al cual por motivos que cada uno debe deducir lo apodaron "Mono".

Aún nadie logra sumar 221 encuentros como lo hizo alguna vez Manuel Díaz, o los 207 de Larry Aliaga, los 188 de Juan Martínez, los 151 de Sandalio Díaz, los 135 de Julio "pony" García, los 100 de Roberto "huaso" Ortiz o los 75 del "chuleta" Luis Vásquez, último gran capitán del Curi. Sin embargo esta historia recién comienza y seguramente algunos otros podrán acercarse a alguno de estos suertudos.

Imposible olvidar en esta pasada a la Sra. Edith Véliz Negrete, socia, dirigente y amante enamorada de este humilde club. Los Marginales tampoco quedarán fuera nunca, ellos aunque muchos no lo crean, fueron de los grandes responsables de que esta institución no desapareciera en la mierda más fétida de la cual tuvimos que salir, sin el aliento incesante de un reducido pero comprometido grupo, seguramente el título del 2005 y la corona del 2008 no hubiesen sido más que un sueño sin cumplir.

Se que ya se dieron cuenta que falta alguien, y lo dejé para el final para darle la importancia que se merece porque cambió mi vida desde que lo conocí y tuve la fortuna de compartir unas cuantas tertulias futboleras y porque se que además es el mayor responsable de la cruda pero satisfactoria existencia de Curicó Unido, en tiempos en que muchos cagones nos llamaron Curicó "hundido".
Mario Muñoz Gutiérrez es sin duda esos tipos capaces de cambiar la historia y la vida de los demás, entregándose por completo a sacar adelante sus ideas y convicciones. Nada le importó con embargar su vida por este club, tampoco cedió cuando entregó su casa para que aquellos jugadores amateurs de tercera pudiesen pernoctar en nuestra ciudad, al fin y al cabo para él irse a vivir a la sede de la institución con su familia significaba un pequeño detalle. Fue de aquellos que vendían y cortaban la entrada, fue camillero, paramédico, voz del estadio, presidente y un montón de etcéteras más. Dirigió durante 1997 y 1999 en siete ocasiones donde le tocó ganar en 2 oportunidades, empatar una vez y perder 4 encuentros, en tiempos donde lograr un triunfo era casi una epopeya épica.

La luz del "Viejo Mario", como cariñosamente le llamé, un seis de diciembre de 2012 se apagó para siempre de la vida terrenal, pero permanece intacta sobre la cancha de La Granja junto a otras luces que se fueron en calidad de mártires y que acompañarán hasta la eternidad a estas y las nuevas generaciones de hinchas que se seguirán sumando a este club poco ganador, poco victorioso y sufrido hasta el final, pero cada uno de nosotros cuando decidimos engancharnos a éste, supimos que no sería fácil y es eso tal vez lo que nos hace ser infinitamente especiales.